jueves, 22 de enero de 2015

REAFIRMANDO






Estos últimos 20 días de nuestro viaje, cómo describirlos? Parece que hemos ido volviendo sobre nuestros pasos, reafirmando lo aprendido, valorando el camino y saboreándolo. Después de New Jersey, volvimos a Richmond, donde nos despedimos de la Base. Entonces volvimos a Afton VA, pero esta vez ya no se trataba de ver a mi amiga Amy, se trataba de ver a Roxie y Sam, de afianzar nuestro cariño mutuo. Los niños incluso se abrieron para regalar a Roxie sus abrazos espontáneos, lo que la emocionó increíblemente.  Su amor, compasión  y hospitalidad me han emocionado y enseñado mucho. Ella me dio los abrazos que mi madre me hubiese dado si hubiese podido cruzar el atlántico, y antes de marchar, me dijo que le dijera a mi madre que nos ha querido como si de ella se tratase.
También pude despedirme de su bañera jacuzzi, jejeje. Menudos bañazos me hice, y los niños también, se podían pasar horas jugando con los juguetes de sus nietos.

Durante la semana que estuvimos con Roxie, pasaron dos cosas importantes; recuperé al fin la pasión por aprender junto a mis hijos y por tanto tomé la decisión de seguir educando en casa y pude quedar con otra de mis amigas; Marie. Ella vive en Browntown VA, que queda como a dos horas de Afton (Dios bendiga los coches de alquiler!) y fuimos a visitar the Skyline Caverns, que son unas cuevas preciosas. En una de las salas de la cueva, apagaron las luces un segundo para una presentación automática. Automática fue la desaparición de Elías! El tío desapareció en un segundo. Cogí a Daniel con una mano, en la otra el móvil en modo linterna y me zambullí en una búsqueda, cuyo adjetivo no puede ser otro que frenética. En completa oscuridad, mi hijo de solo tres años, perdido. Y yo guardando la compostura y llamándole con calma, pero firmeza, para que no se asustara Daniel. Temiendo tener que llamar a los servicios de emergencia para encontrar a Elías en las entrañas de la montaña, de repente, me di cuenta que debería haber prestado atención a los giros que había hecho, quien me rescataría a mi? Este fue solo un pensamiento momentáneo, porque no estaba dispuesta a dejar la cueva hasta encontrar a Elías. Daniel empezó a llamarle y decía; Elíaaaaas!! Soy yo!!! Tu hermano querido!!! Dónde estás???!!!
De repente subí por un pasillo y choqué con el resto del grupo. Cuando localizé a la guía, fui directa hacia ella para empezar a llamar a emergencias. Debió leer el pánico en mi cara, porque en seguida me dijo; Oh, tranquila está conmigo. Y ahí a su lado Elías jugaba tan feliz con la linterna de la guía! Es muy raro cómo, aún con el pánico dentro, la sonrisa y el corazón se expanden para, eventualmente, diluir el miedo. Le abracé tan fuerte que se quejó, jejeje. Entonces le expliqué lo importante de tener que avisar a mamá si quiere irse a otro sitio…
Después del susto, decidimos ir a una pequeña cafetería de Front Royal a tomar un chocolate caliente y dejar a los niños jugar con los juguetes que habían ahí. Marie y yo teníamos mucho de que hablar y ponernos al día. Ella también ha sufrido una pérdida en el 2014. Su madre enfermó de cáncer y, después de un largo decaimiento, acabó muriendo en octubre. Pudimos compartir nuestras experiencias, pues aunque son situaciones diferentes, la pérdida de un ser amado, es pérdida de todas las maneras. Ambas hablamos de los pequeños milagros que nos sucedieron y de cómo vamos avanzando. Fue hermoso.

Tras el chocolate, cogimos el coche y condujimos arriba de la montaña para ver las vistas preciosas de la región y me recordó un momento especial en el Bosc de la Ginebreda, en Banyoles. Si lo imaginaba, parecía que estaba ahí, y sentí mucha añoranza de mi Catalunya estimada. Al volver, nos esperaba un espectáculo hermoso. Toda una manada de ciervos pastaba al lado del camino y nos regalaron unos momentos para admirar su belleza salvaje, y cuando pensaba que ya podíamos seguir, apareció de entre la maleza un precioso ciervo macho con su espléndida cornamenta! Se hinchó mi corazón!
Fuimos a cenar a un restaurante típico del sur de Estados Unidos; The Crackel Barrel. Comida tradicional del sur. Buenísimo, he de decir. Los niños comieron huevos y salchicha, como era de esperar. Yo pechuga de pollo al grill con marinada de manzanas, puré de patatas y verduras al vapor. Marie un bowl de una especie de estofado cremoso, tapado con pasta brie, lo llaman chicken pot pie.
Tras despedirme de Marie, unos días más tarde me tocó despedirme de Roxie y pusimos rumbo Charles City, donde estaríamos con mis abuelos espirituales, el resto del viaje.
Aquí tuvimos una rutina hogareña. Heló unos días y los niños y yo nos lo pasamos muy bien bajando al río donde algo de hielo quedaba en la orilla.

Llegó el cumpleaños de Daniel y pudimos ir a un fast food con Emmanuel y Rebeca, los dos niños homeschoolers que conocimos poco antes de navidad, y tuvieron una mañana de juego genial, catártico! Le regalaron unos libros de actividades que nos han ido genial, pues se pusieron enfermos los dos, poco después. Tras ver los síntomas y el patrón de recaida que tenían, pude averiguar que muy probablemente han cogido un parásito intestinal. Lo cual les bautiza del todo como auténticos viajeros J
Una vez se encontraron mejor, fuimos a visitar el museo de niños de Richmond, con los mismos amiguitos de su cumpleaños. Vaya mañana tan divertida que pasaron!! Es un sitio ideado para que los niños jueguen hasta reventar, sin necesitar a ningún adulto y experimentar por sí mismos. Había una cueva de dinosaurios, una fuente donde podían ver los procesos de evaporación, condensación, etc. Una plató de televisión con cámaras y pantallas para jugar a ser productores de tv, un teatro con disfraces, un supermercado, un mecánico de coches, una ambulancia con equipamiento médico, un laberinto de tubos por donde pasaba aire y podían enviar pañuelos a toda velocidad y cambiar el circuito que seguían girando unas palancas.

Cuando creía que ya sólo quedaba esperar el día de hacer las maletas, nos llegó una última aventura. Bob y Vicki nos invitaban a pasar tres días en un resort en Virginia Beach! Pero esto en la siguiente publicación!

sábado, 17 de enero de 2015

Rolling Rolling Rolling

    Nos pusimos en ruta de vuelta a Virginia bien tempranito. Tenía tiempo para devolver el coche hasta las 18.00h, pero quería ir con calma, disfrutando del viaje y de la compañía de mis dos principitos.
    Paramos a comer para poder conectarme a un Wifi y buscar zonas interesantes para parar y visitar con los niños. Encontré una página web muy chula de unos padres que están hartos de recorrer la I-95 y habían decidido compartir con los demás mortales sus descubrimientos, recogiendo en una lista los parques y lugares para que los niños jueguen de norte a sur de esa ruta.
    Encontré uno no muy lejos y de camino, así que entré en la I-95 de nuevo para encontrarme por sorpresa con una retención enorme! Pensé que no duraría mucho, eran solo las 14:00 y habíamos hecho casi todo el recorrido, así que cuando pasamos por un puente que cruzaba un laguito, decidí salir y pasar un ratito viendo barcos y adornos de navidad.


    Los niños jugaron un buen rato y recorrieron varias veces el embarcadero, Daniel leyendo los nombres de los barcos y Elías señalando todas las banderas que encontraba, mientras yo hacía fotos y disfrutaba del suave sol de invierno.

    Cuando volvimos a incorporarnos a la autopista, la retención seguía ahí… eran las tres y nos esperaban tres horas de paso de caracol, agravado por las paradas para hacer pipi, una de las cuales, nos hizo desviar a una carretera secundaria, sacada de alguna película del sur donde, adivinad que… también tenía retención! De modo que no llegué a la hora,  la empresa de alquiler de coches había cerrado.

    Nos dirigimos a la casa que Chris, muy amablemente, nos dejó usar, a pesar de que la base estaba cerrada por vacaciones. Estuvimos en una habitación con literas y con escasez de mantas. Pasé un frío… y como eran individuales no tuve a mis dos estufitas calentándome, jejeje.
Al día siguiente, temprano, cargué a los niños en el coche y fuimos a devolver el coche. La sorpresa al llegar fue que, al ser fin de semana (era sábado), el servicio de recogida y vuelta de clientes, no se hacía. Así que de repente me encontré en la calle, con dos niños y dos asientos de coche y un gran signo de interrogación saliéndome del cráneo!

    No sé si lo sabéis, pero las empresas en américa, suelen estar junto a otros comercios en zonas comerciales a las que la gente se acerca en coche, pues están fuera de los nucleos urbanos, es decir, lejos de la leche. Por lo tanto, ni se les pasa por la cabeza crear pasos peatonales, pues solo una loca madre de 32 años y catalana, se le ocurriría pasearse por ahí.

    Podéis imaginar la cara de sorpresa de los conductores al ver a una mujer cargando con dos asientos de coche correteando y guiando a sus pequeños cual mamá pato por las carreteras híper transitadas… Acabamos refugiándonos en el increíblemente maravilloso IHOP (International House Of Pancakes) donde nos regalamos un buen desayuno; chocolate caliente coronado con nata y unos pancakes tan grandes como platos. A las penas, puñaladas, como diría mi sabio padre.

    Dios me ha bendecido con grandes personas en mi vida. Chris es una de ellas, pues en cuanto recibió mi mensaje, me dijo que en 15 minutos nos recogía J

    Esa misma tarde nos llevó, junto a su mujer Kara y su bebé Isaac, a visitar un parque tan hermoso que me dejó sin aliento. El parque Maymont, en Richmond. Era en pricipio la propiedad de una familia acaudalada, probablemente del negocio del ferrocarril, que tras generaciones, llegaron a una pareja que no pudo tener descendencia, pero que amaba a los niños. Esta pareja al morir dejaron su hermosa finca a la ciudad de Richmond, a condición que dejasen a los niños ir a jugar. Ahora es un parque precioso, que conserva los edificios originales y sus jardines. Uno de los jardines es japonés, otro italiano. Hay un bosque de bambú laberíntico, con intrincados caminitos, hechos en el pasado por sirvientes atareados que decidían acortar sus viajes. Chris empezó a correr entre el bambú y los niños le siguieron encantados, gritando de alegría.
En el jardín Japonés





   Ahora también utilizan las instalaciones para rescatar animales que ya no pueden regresar a su vida salvaje. Vimos un oso negro, águilas de cabeza blanca que ya no podían volar, un gato salvaje Bobcat, un zorro pelirrojo y finalmente animales de granja; cabras, ovejas, vacas. Elías disfrutó mucho con los animales. Tiene un gran amor por ellos, le cambia la cara y se vuelve todo delicadito en cuanto les ve. Daniel se acercaba a estudiar los paneles explicativos y con su cara de concentrado, me preguntaba qué ponían cuando se cansaba de leer.

    Tuvieron incluso la oportunidad de practicar uno de sus hobbies preferidos; escalar! dejaron boquiabiertos a todo el mundo que pasaba, i es que Daniel fue capaz de igualar a dos adolescentes de unos 16 años que habían escalado a lo máximo que se podía. Me hinché de orgullo. Lo mejor, es que Daniel buscó y buscó la mejor y más segura manera de llegar a donde quería y me gustó mucho ver cómo pensaba y trabajaba hasta alcanzar orgulloso su destino.

    Después de ver a los animalitos de granja, subimos por un sendero de pinos y un riachuelo y Elías se dedicó a recolectar las que pudo, con la intención de regalarnos una a cada uno. Fue muy gracioso cuando vió que sus bracitos no podían sostener todas las piñas y decidió abrir la cremallera de su pijama de batman, que había decidido ponerse para la ocasión, y empezar a almacenarlas ahí. Pero lo más hilarante fue ver como empezó a caminar raro al descubrir que una de las piñas estaba mojada! que risa, cómo rebuscaba dentro de su pijama, la descartaba y se ponía a buscar una substituta!

    Un día maravilloso, que acabó con los niños trotando por una verde colina y haciendo la croqueta a toda velocidad.

    Que momentos tan hermosos nos han ido regalando en este viaje. Recojo cada acto de amor como piedras preciosas y las atesoro en mi corazón, para poder compartirlas a su vez en el futuro.  Estoy recibiendo mucho amor y bondad. No puedo ni empezar a describir lo que siento por cada una de las personas que tocan mi vida, desde las de casa a las del otro lado del océano Atlántico. Sólo espero y oro por que Dios les devuelva a todos y cada uno de ellos/as lo que me han bendecido a mi, pero multiplicado por mil J



sábado, 3 de enero de 2015

NEW JERSEI








                Comenzamos una nueva aventura. Tenía que ver a una amiga que vive en Río Grande, New Jersei, que se llama Alecia. Asi que alquilé un coche para una semana, hice las maletas, subimos al coche y nos fuimos rumbo al norte, nos esperaban seis horas de coche.

                Para sorpresa mía, lo disfruté mucho, no se me hizo pesado en absoluto y los niños viajaron estupendamente. Nos perdimos un poco por Washington, pero así pudimos ver el capitolio.
                Cuando llegamos a casa de Alecia, nos encontramos con una casa preciosa, muy cálida y toda decorada para navidad, con luces en la barandilla de las escaleras, toallas y alfombras con motivos navideños y un árbol gigantesco con paquetes a sus pies. Los niños y yo alucinamos cuando vimos que los paquetes eran para nosotros.


                No tenía expectativas para estas navidades, es la primera donde no está Sebas y no sabía cómo lo iban a vivir los niños. Pues resulta que Alecia y su marido habían decidido darles a los niños una navidad a lo grande y será muy difícil olvidarlo. Yo no he vivido con tristeza estas fiestas y me siento eternamente agradecida a Alecia y Eddie por proveernos de unas fiestas mágicas.









                Hicimos algunas excursiones a ver el mar y un pueblecito precioso llamado Cape May, que conserva todas sus casas victorianas. Son impresionantes, con sus porches en madera tallada y sus colores diversos. La calle principal de Cape May es muy bonita, con sus pequeños comercios y sus adornos de navidad.
                Nos llevaron también a tomar un desayuno típicamente americano, con sus tortitas, sus huevos, bacon y salchichas. También venía la camarera a llenarnos la taza de café, como en las películas!
              










  Los niños y yo encontramos una tienda que nos gustó mucho, tenía un rincón ambientado en los años cincuenta, donde fuimos a desayunar una mañana los tres solos.



 Y es que he de comentar que otra parte importante de nuestro viaje era normalizar nuestra situación como familia de tres y funciona. Los niños están muy unidos, juegan juntos como nunca, hablan, planean… Yo me siento mejor, más capaz de concentrarme en ellos y sus necesidades, de modo que pienso que sí, este viaje nos está trayendo sanidad emocional a los tres.


CHARLES CITY



                En Charles City, viven mis abuelos espirituales. Los que me presentaron ante Dios cuando era un bebé, los que me casaron y los que, a pesar de la distancia, siempre han estado ahí. Y ahora nos han dado cobijo y hogar. Son una pareja cuya edad solo puede ser clasificada en “eternos”, pues su espíritu permanece joven independientemente del tiempo que pase.
                Aquí los niños y yo nos hemos sentido en familia. Cada dia temprano, les daba el desayuno a los niños, huevos pasados por agua con soldaditos de pan, y tras ponerles unos dibujitos, me escapaba al río, que está a dos minutos andando. Este trocito de mundo se convirtió en uno de mis paraísos preferidos. Cada vez que bajaba y veía el brillo del alba en el agua y su tranquilidad me sentía en paz con todo, conmigo, con la vida. Un día incluso pude ver a una familia de ciervos acercarse a beber al rio… mi corazón pegó un salto de pura felicidad! Además era el único sitio donde tenía cobertura n_n


                Después regresaba y vestía a los niños para irnos. Algunos días Vicki nos llevaba a la piscina y a hacer turismo. Nos llevó a ver una tienda que se llama Yankee Candle y parecía sacada de una película. Estaba toda adornada para navidad, parecía un pueblito mágico. Un rincón estaba todo decorado como si fuera la plaza de un pueblo de noche, y cada 15 minutos nevaba! Cada media hora, el reloj de la plaza se abría y salían a cantar unos autómatas en forma de animales.
                Otro día fuimos a Jamestown, que es una isla donde los primeros colonos ingleses llegaron a Virginia y donde ocurrió la verdadera historia de Pocahontas y Will Smith. Tienen un museo muy bonito donde se explican las penurias que vivieron los colonos en los primeros años de la colonización y también como fueron sus relaciones con los indígenas.
                Los niños pudieron ver esqueletos de la época, armas y objetos cotidianos de los colonos e indígenas y también caminar donde estuvo el primer fuerte. Todo esto enmarcado por el precioso río James.



                Tras ver el museo, nos llevaron en ferry y a Elías le encantó. No paraba de ir arriba y abajo observando todo el barco. Fue divertidísimo.



                Otros días nos dedicamos a hacer pilas de hojas y jugar a saltar encima. Hicimos algún que otro picnic en el río, cuando el tiempo lo permitía, y buscamos conchas y semillas para construir nuestro propio belén. Después con cola nos pusimos creativos y lo montamos. Elías y Daniel disfrutaron con la pistola de cola e hicieron sus propias creaciones.


                Me siento muy agradecida por Bob y Vicki y por haber tenido la oportunidad de que conocieran a mis hijos. No olvido que una de las razones de este viaje es darles a mis hijos mi legado más importante; las personas que amo.

                

sábado, 13 de diciembre de 2014

Afton, VA

Hemos estado una semana con mi querida amiga Amy, Hacía nueve años que no nos veíamos! No nos ha parecido que hallamos cambiado mucho, solo que ahora vamos rodeadas de niños, jajajaja.
Ella está casada con un chico muy majo que se llama Sam y que es enfermero. Tienen un bebé de solo ocho semanas precioso, que se llama Elías.
Ha sido muy bonito ver como Daniel y Elías se preocupaban por el bebé y le cuidaban. El chiquitin lleva mal los viajes en coche, y Daniel le ponía la manita en la barriguilla para tratar de calmarle. Elías le cantaba y le cogía la manita siempre que podía y no paraba de pedir cogerle en brazos. Son unos soletes.
Amy vive en un apartamento muy mono, pero chiquitin, por lo que nos han alojado sus abuelos. Tienen montado un apartamento en lo que sería el sótano, y hemos estado a nuestras anchas. Teniamos un dormitorio doble, lavabo con yacuzzi, sala de estar-comedor y cocina. La verdad es que es la semana que mejor he dormido de todas las que llevamos ya.



Los abuelitos, Roxie y Sam, han sido como si fuesen nuestros propios abuelos. Nos han dado mimos y atenciones, abrazos... no me esperaba tanto calor humano y les estoy muy agradecida, les recordaremos con mucho cariño.
Amy nos venia a recoger a diario. Pero la verdad es que hacía tanto frío que lo que hicimos fue básicamente ir a centros comerciales con parques infantiles y cenar en casa de sus padres. Las veladas con ellos también han estado genial. Katie, la hermana de Amy, nos tocó algun villancico en el piano y los niños jugaron con sus viejos juguetes y se lo pasaron genial.
Ahora seguimos camino hacia el este, estaremos en Charles City con mis abuelitos espirituales. No tengo mucho tiempo para poder actualizar el blogg... ho sento!

sábado, 29 de noviembre de 2014

Richmond, Virginia



    Hace dos semanas que llegamos a Richmond, Virginia. Ha sido un tiempo agradable, de asentarnos, conocer gente, trabajar, pero va siendo hora de continuar viaje.

    He podido pasar tiempo con mi viejo amigo Chris, a quien hacía once años que no veia, su mujer Kara y el bebé Isaac. Kara ha sido una gran anfitriona y nos ha estado llevando donde hemos necesitado ir.
Aquí estoy yo hace 11 años n_n

    Hemos estado viviendo en una comunidad de caracter creyente llamada YWAM (Youth With a Mision) y que abarca muchas funciones, desde la educación espiritual de jóvenes que vienen a experimentar una conexión más profunda con Dios, pasando por servicios a la comunidad, creación de misiones, enseñar inglés etc.

    Hay muchas nacionalidades representadas aquí, brasileña, colombiana, francesa, alemana, canadiense, sudafricana, además de la estadounidense y sin olvidar la catalana, por supuesto ;)

    La rutina nos ha venido muy bien para refrescarnos un poco. A las 9.30 de lunes a viernes, nos encontrábamos todos en el edificio principal y repartian las tareas a realizar. Yo le cambiaba el trabajo a alguien por hacer de canguro. Los preferidos de los niños han sido Jake y David, el primero de Minesota (USA) y el segundo francés de origen colombiano. Han sido excepcionales con los niños y les estoy inmensamente agradecida. De hecho mientras escribo estas lineas, estan con ellos ;)

   Los trabajos que hice fueron, ayudar en la cocina, limpiar diversos edificios y mantenimiento y limpieza del bosque en los alrededores. Tres horitas cada dia, que me han sentado bien.

   A las doce y media volvíamos para comer la comida deliciosa que preparaba cada día el cheff que trabaja aquí. Yo al menos, he comido genial, los niños ya es otro tema... es lo que encuentro más difícil... encontrar aquello que les guste comer a los dos, por que da la casualidad que lo que le gusta a uno, al otro le repugna y viceversa! De momento el sandwich de pollo con mayonesa se lo comen los dos ¬.¬

   Tuve la oportunidad de pegarme unos bailoteos con las chicas de aquí y tuvimos un ratito de risas. Los niños, por su parte, han enamorado a todos aquí. Les han cogido un cariño especial, siempre vestidos de super héroes.
   
    No hemos podido hacer muchas excursiones, pues no tengo vehículo y el transporte público es caro y no llega a muchas partes. Pero he decidido que alquilaremos un coche para casi tres semanas. Así podremos subir hasta Nueva York!
    Sí que hemos ido mucho al parque :)

El comedor, listo para que nos sirvamos.

Jugando a frisbitaper


Jake, Daniel y Denica


Chris, Jake y David en Krispy Kream



Salita de juegos