REAFIRMANDO
Estos últimos 20 días de nuestro viaje, cómo describirlos?
Parece que hemos ido volviendo sobre nuestros pasos, reafirmando lo aprendido,
valorando el camino y saboreándolo. Después de New Jersey, volvimos a Richmond,
donde nos despedimos de la Base. Entonces volvimos a Afton VA, pero esta vez ya
no se trataba de ver a mi amiga Amy, se trataba de ver a Roxie y Sam, de
afianzar nuestro cariño mutuo. Los niños incluso se abrieron para regalar a
Roxie sus abrazos espontáneos, lo que la emocionó increíblemente. Su amor, compasión y hospitalidad me han emocionado y enseñado
mucho. Ella me dio los abrazos que mi madre me hubiese dado si hubiese podido
cruzar el atlántico, y antes de marchar, me dijo que le dijera a mi madre que
nos ha querido como si de ella se tratase.
También pude despedirme de su bañera jacuzzi, jejeje.
Menudos bañazos me hice, y los niños también, se podían pasar horas jugando con
los juguetes de sus nietos.
Durante la semana que estuvimos con Roxie, pasaron dos cosas
importantes; recuperé al fin la pasión por aprender junto a mis hijos y por
tanto tomé la decisión de seguir educando en casa y pude quedar con otra de mis
amigas; Marie. Ella vive en Browntown VA, que queda como a dos horas de Afton
(Dios bendiga los coches de alquiler!) y fuimos a visitar the Skyline Caverns,
que son unas cuevas preciosas. En una de las salas de la cueva, apagaron las
luces un segundo para una presentación automática. Automática fue la
desaparición de Elías! El tío desapareció en un segundo. Cogí a Daniel con una
mano, en la otra el móvil en modo linterna y me zambullí en una búsqueda, cuyo
adjetivo no puede ser otro que frenética. En completa oscuridad, mi hijo de
solo tres años, perdido. Y yo guardando la compostura y llamándole con calma,
pero firmeza, para que no se asustara Daniel. Temiendo tener que llamar a los
servicios de emergencia para encontrar a Elías en las entrañas de la montaña,
de repente, me di cuenta que debería haber prestado atención a los giros que
había hecho, quien me rescataría a mi? Este fue solo un pensamiento momentáneo,
porque no estaba dispuesta a dejar la cueva hasta encontrar a Elías. Daniel
empezó a llamarle y decía; Elíaaaaas!! Soy yo!!! Tu hermano querido!!! Dónde
estás???!!!
De repente subí por un pasillo y choqué con el resto del
grupo. Cuando localizé a la guía, fui directa hacia ella para empezar a llamar
a emergencias. Debió leer el pánico en mi cara, porque en seguida me dijo; Oh,
tranquila está conmigo. Y ahí a su lado Elías jugaba tan feliz con la linterna
de la guía! Es muy raro cómo, aún con el pánico dentro, la sonrisa y el corazón
se expanden para, eventualmente, diluir el miedo. Le abracé tan fuerte que se
quejó, jejeje. Entonces le expliqué lo importante de tener que avisar a mamá si
quiere irse a otro sitio…
Después del susto, decidimos ir a una pequeña cafetería de
Front Royal a tomar un chocolate caliente y dejar a los niños jugar con los
juguetes que habían ahí. Marie y yo teníamos mucho de que hablar y ponernos al
día. Ella también ha sufrido una pérdida en el 2014. Su madre enfermó de cáncer
y, después de un largo decaimiento, acabó muriendo en octubre. Pudimos
compartir nuestras experiencias, pues aunque son situaciones diferentes, la
pérdida de un ser amado, es pérdida de todas las maneras. Ambas hablamos de los
pequeños milagros que nos sucedieron y de cómo vamos avanzando. Fue hermoso.
Tras el chocolate, cogimos el coche y condujimos arriba de la montaña para ver las vistas preciosas de la región y me recordó un momento especial en el Bosc de la Ginebreda, en Banyoles. Si lo imaginaba, parecía que estaba ahí, y sentí mucha añoranza de mi Catalunya estimada. Al volver, nos esperaba un espectáculo hermoso. Toda una manada de ciervos pastaba al lado del camino y nos regalaron unos momentos para admirar su belleza salvaje, y cuando pensaba que ya podíamos seguir, apareció de entre la maleza un precioso ciervo macho con su espléndida cornamenta! Se hinchó mi corazón!
Fuimos a cenar a un restaurante típico del sur de Estados
Unidos; The Crackel Barrel. Comida tradicional del sur. Buenísimo, he de decir.
Los niños comieron huevos y salchicha, como era de esperar. Yo pechuga de pollo
al grill con marinada de manzanas, puré de patatas y verduras al vapor. Marie
un bowl de una especie de estofado cremoso, tapado con pasta brie, lo llaman
chicken pot pie.
Tras despedirme de Marie, unos días más tarde me tocó
despedirme de Roxie y pusimos rumbo Charles City, donde estaríamos con mis
abuelos espirituales, el resto del viaje.
Aquí tuvimos una rutina hogareña. Heló unos días y los niños
y yo nos lo pasamos muy bien bajando al río donde algo de hielo quedaba en la
orilla.
Llegó el cumpleaños de Daniel y pudimos ir a un fast food
con Emmanuel y Rebeca, los dos niños homeschoolers que conocimos poco antes de
navidad, y tuvieron una mañana de juego genial, catártico! Le regalaron unos
libros de actividades que nos han ido genial, pues se pusieron enfermos los
dos, poco después. Tras ver los síntomas y el patrón de recaida que tenían,
pude averiguar que muy probablemente han cogido un parásito intestinal. Lo cual
les bautiza del todo como auténticos viajeros J
Una vez se encontraron mejor, fuimos a visitar el museo de
niños de Richmond, con los mismos amiguitos de su cumpleaños. Vaya mañana tan
divertida que pasaron!! Es un sitio ideado para que los niños jueguen hasta
reventar, sin necesitar a ningún adulto y experimentar por sí mismos. Había una
cueva de dinosaurios, una fuente donde podían ver los procesos de evaporación,
condensación, etc. Una plató de televisión con cámaras y pantallas para jugar a
ser productores de tv, un teatro con disfraces, un supermercado, un mecánico de
coches, una ambulancia con equipamiento médico, un laberinto de tubos por donde
pasaba aire y podían enviar pañuelos a toda velocidad y cambiar el circuito que
seguían girando unas palancas.















































