Rolling Rolling Rolling
Nos pusimos en ruta de vuelta a Virginia bien tempranito.
Tenía tiempo para devolver el coche hasta las 18.00h, pero quería ir con calma,
disfrutando del viaje y de la compañía de mis dos principitos.
Paramos a comer para poder conectarme a un Wifi y buscar
zonas interesantes para parar y visitar con los niños. Encontré una página web
muy chula de unos padres que están hartos de recorrer la I-95 y habían decidido
compartir con los demás mortales sus descubrimientos, recogiendo en una lista
los parques y lugares para que los niños jueguen de norte a sur de esa ruta.
Encontré uno no muy lejos y de camino, así que entré en la
I-95 de nuevo para encontrarme por sorpresa con una retención enorme! Pensé que
no duraría mucho, eran solo las 14:00 y habíamos hecho casi todo el recorrido,
así que cuando pasamos por un puente que cruzaba un laguito, decidí salir y
pasar un ratito viendo barcos y adornos de navidad.

Los niños jugaron un buen rato y recorrieron varias veces el
embarcadero, Daniel leyendo los nombres de los barcos y Elías señalando todas
las banderas que encontraba, mientras yo hacía fotos y disfrutaba del suave sol
de invierno.
Cuando volvimos a incorporarnos a la autopista, la retención
seguía ahí… eran las tres y nos esperaban tres horas de paso de caracol,
agravado por las paradas para hacer pipi, una de las cuales, nos hizo desviar a
una carretera secundaria, sacada de alguna película del sur donde, adivinad
que… también tenía retención! De modo que no llegué a la hora, la empresa de alquiler de coches había
cerrado.
Nos dirigimos a la casa que Chris, muy amablemente, nos dejó
usar, a pesar de que la base estaba cerrada por vacaciones. Estuvimos en una
habitación con literas y con escasez de mantas. Pasé un frío… y como eran
individuales no tuve a mis dos estufitas calentándome, jejeje.
Al día siguiente, temprano, cargué a los niños en el coche y
fuimos a devolver el coche. La sorpresa al llegar fue que, al ser fin de semana
(era sábado), el servicio de recogida y vuelta de clientes, no se hacía. Así
que de repente me encontré en la calle, con dos niños y dos asientos de coche y
un gran signo de interrogación saliéndome del cráneo!
No sé si lo sabéis, pero las empresas en américa, suelen
estar junto a otros comercios en zonas comerciales a las que la gente se acerca
en coche, pues están fuera de los nucleos urbanos, es decir, lejos de la leche.
Por lo tanto, ni se les pasa por la cabeza crear pasos peatonales, pues solo
una loca madre de 32 años y catalana, se le ocurriría pasearse por ahí.
Podéis imaginar la cara de sorpresa de los conductores al
ver a una mujer cargando con dos asientos de coche correteando y guiando a sus
pequeños cual mamá pato por las carreteras híper transitadas… Acabamos refugiándonos
en el increíblemente maravilloso IHOP (International House Of Pancakes) donde
nos regalamos un buen desayuno; chocolate caliente coronado con nata y unos
pancakes tan grandes como platos. A las penas, puñaladas, como diría mi sabio
padre.
Dios me ha bendecido con grandes personas en mi vida. Chris
es una de ellas, pues en cuanto recibió mi mensaje, me dijo que en 15 minutos
nos recogía J.
Esa misma tarde nos llevó, junto a su mujer Kara y su bebé Isaac, a visitar un parque tan hermoso que me dejó sin aliento. El parque Maymont, en Richmond. Era en pricipio la propiedad de una familia acaudalada, probablemente del negocio del ferrocarril, que tras generaciones, llegaron a una pareja que no pudo tener descendencia, pero que amaba a los niños. Esta pareja al morir dejaron su hermosa finca a la ciudad de Richmond, a condición que dejasen a los niños ir a jugar. Ahora es un parque precioso, que conserva los edificios originales y sus jardines. Uno de los jardines es japonés, otro italiano. Hay un bosque de bambú laberíntico, con intrincados caminitos, hechos en el pasado por sirvientes atareados que decidían acortar sus viajes. Chris empezó a correr entre el bambú y los niños le siguieron encantados, gritando de alegría.
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| En el jardín Japonés |
Ahora también utilizan las instalaciones para rescatar animales que ya no pueden regresar a su vida salvaje. Vimos un oso negro, águilas de cabeza blanca que ya no podían volar, un gato salvaje Bobcat, un zorro pelirrojo y finalmente animales de granja; cabras, ovejas, vacas. Elías disfrutó mucho con los animales. Tiene un gran amor por ellos, le cambia la cara y se vuelve todo delicadito en cuanto les ve. Daniel se acercaba a estudiar los paneles explicativos y con su cara de concentrado, me preguntaba qué ponían cuando se cansaba de leer.
Tuvieron incluso la oportunidad de practicar uno de sus hobbies preferidos; escalar! dejaron boquiabiertos a todo el mundo que pasaba, i es que Daniel fue capaz de igualar a dos adolescentes de unos 16 años que habían escalado a lo máximo que se podía. Me hinché de orgullo. Lo mejor, es que Daniel buscó y buscó la mejor y más segura manera de llegar a donde quería y me gustó mucho ver cómo pensaba y trabajaba hasta alcanzar orgulloso su destino.
Después de ver a los animalitos de granja, subimos por un sendero de pinos y un riachuelo y Elías se dedicó a recolectar las que pudo, con la intención de regalarnos una a cada uno. Fue muy gracioso cuando vió que sus bracitos no podían sostener todas las piñas y decidió abrir la cremallera de su pijama de batman, que había decidido ponerse para la ocasión, y empezar a almacenarlas ahí. Pero lo más hilarante fue ver como empezó a caminar raro al descubrir que una de las piñas estaba mojada! que risa, cómo rebuscaba dentro de su pijama, la descartaba y se ponía a buscar una substituta!
Un día maravilloso, que acabó con los niños trotando por una verde colina y haciendo la croqueta a toda velocidad.
Que momentos tan hermosos nos han ido regalando en este viaje. Recojo cada acto de amor como piedras preciosas y las atesoro en mi corazón,
para poder compartirlas a su vez en el futuro.
Estoy recibiendo mucho amor y bondad. No puedo ni empezar a describir lo
que siento por cada una de las personas que tocan mi vida, desde las de casa a
las del otro lado del océano Atlántico. Sólo espero y oro por que Dios les
devuelva a todos y cada uno de ellos/as lo que me han bendecido a mi, pero
multiplicado por mil J





¡Que maravilla! ¡Como disfruto leyendo estos relatos! Hasta el viernes cariño....
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